viernes, 9 de abril de 2010

"BERLUSCONI Y LA NIÑA DESNUDA EN LA ARENA"

Amigos: aquí les dejo una poesía "fuerte".




Dedicado a todos los alumnos del Taller de Poesía de Juan Gelman y al Taller mismo, por lo que implica como guardián de la conciencia social.


Berlusconi y la niña desnuda en la arena




Aquí está,
sobre la arena crujiente de calor.
Ignoro si la foto es una denuncia social
o es una muestra cabal
de cierta prensa
afecta al periodismo amarillo.

Ignoro a que etnia pertenece
pero la foto es testimonio fiel
del sello genético de la crueldad humana.
Esta ahí
como imagen mediática involuntaria
del costado más pútrido de Adán;
sí, no mirés para otro lado:
hablo de vos y de mí.
(Testimonio además
de la oscura historia
del corazón negro del continente
híper explotado por el blanco.)


Está a la vista del ojo morboso y colectivo
que suele solazarse en Internet.

Me pregunto que tribu
la vió nacer
y qué clase de orgasmo
pudo haberla concebido.
(Ahí tiene la iglesia -la católica, claro-
un milagro fehacientemente demostrable:
¡los indigentes, los infrahumanos de la tierra,
también son capaces de hacer el amor!.)


No me interesa saber si es de Burundi,
de Costa de Marfil o Senegal.

Está ahí
en las afueras de su aldea
ajena por completo a los ojos codiciosos
que le observan.
Lejos de la Quinta Avenida,
lejos también de los Champs de Elissé,
y más lejos aún
de la calle convertida en el paradigma
de la codicia humana (sí, adivinaron: ¡Wall Stret!)

La foto impiadosa
la muestra en cuclillas
-claro que lo de cuclillas es un eufemismo
porque lo que alguna vez fuera una niña
con el 0,5% de esperanza de sobrevida
(pero esperanza al fin)
no se ha agachado
movilizada por un acto volitivo-.
no…
El cuerpo desnudo ha cedido su vertical
apoyado sobre un sostén geométrico
que alguna vez fueron piernas
y hoy solo son extremidades
horriblemente huesudas.
(Quiero decir que lo que fuere magra carne
apenas es una lámina de piel.)

el otro yo que me habita
me acota que observe lo que hay detrás de la niña.
En realidad fue un diálogo entre el y yo.
Permítanme:
“-¿Te distes cuenta de lo que está detrás de la niña?
“-Ni me hables…
“-Estos miserables vienen de lejos. dicen que olfatean a la muerte.
“-Es un don que les ha dado dios…
“-Ya debieras saber que dios no existe.
“¿Cómo puedes estar tan seguro?
“-Por la fe. Si dios existiera no habría necesidad de fe.

(Opto por no responder. no me llevo bien con mi otro yo.
Es un arrogante insufrible.)

Mientras tanto, vuelvo a la niña
(o lo que queda de ella, claro):
Tiene el vientre desmesurado.
Como una enorme pelota de rugby
va desde la garganta hasta rozar la arena caliente.
El cuello parece un fino cuello
sosteniendo en forma milagrosa una cabeza
desproporcionada
(la de la niña, claro), con unos ojos saltones como los teatralizados
alienígenas de roswell.

Desde mi ordenador
-me resisto al nombre de p.c.
porque el personal computer
(ingenieria sutilmente manipuladora de Bill Gates
al servicio de la cia)-,
es la herramienta de dominación perfecta
del imperio
(Pese a los idiotas, claro,
que creen que la Internet es la panacea de la libertad individual.
Amigos: la red de redes no es el foro democrático de discusión
ni la panacea de la libertad misma; el gobierno de las sombras
-el poder real para el cual USA es apenas un empleado jerárquico-
hará de Internet el medio dominador por excelencia. Mediante Echelón(*)
saben lo que escribes y a quien está dirigido. ¡Carajo! Están tan cebados, que ya han creado una nueva religión bajo el nombre de Facebook.)

Desde mi ordenador, digo,
la foto de la niña y su verdugo,
parece una compartida pesadilla
de Goya y de Brueghel (el viejo ¿quién otro?)

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La desnudez,
la extremada fragilidad de su arquitectura
me duele en el hipotálamo
donde la angustia excede
el canon permitido por la naturaleza.
Me duele esta niña que morirá de hambre.
“en realidad ya está muerta, hombre”.
(la voz es la del co-habitante de mi ser;
ese observador omnisciente
instalado en el lado opuesto de mi conciencia).

Ese observador, en fin,
que a manera de virtuales instántaneas
hace visibles nuestro cuerpo y nuestra mente.

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Quisiera volver el tiempo atrás
y atiborrarle de comida a la niña.
(de nada le han servido los deseos de sus progenitores
en este derrotero hueco de palabras
y excedido de hambrunas.)

Quisiera al menos espantar,
al implacable guardián
que no le ha quitado los ojos de encima
como custodio de la muerte
(parte del detritus que exhibe dios, avergonzado)
pero no puedo hacerlo.
Al igual que una estrella que brilla
aún estando muerta
la niña también está muerta
estando viva.

Mi observador acaba de decirme
que el buitre acabará por perder la paciencia
y comenzará a despellejarle viva
(a la niña, claro).
lo hará-dice- mientras Berlusconi continua de putas
(se entiende, putas de cabeza)
y en el Vaticano continúan jugando
al mejor juego que juegan
desde hace siglos: adivinaste, la hipocresía.
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José Manuel López Gómez

(Escritor argentino nacido es España)
(época oscura/2009)

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